Cada planta tiene una naturaleza intrínseca la cual determina su modo de crecimiento. Por ejemplo, la parra de la planta llamada “Gloria de la Mañana”, siempre crece en sentido contrario a las agujas del reloj. Cuando no hay nada a lo que esta enredadera pueda agarrarse para subir en su modo habitual, la parra entonces desciende. Pero aun cuando crece doblada, su punta siempre trata de subir. A esta naturaleza intrínseca de las plantas se le llama “Shussho”

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En la práctica del ikebana, lo importante es mostrar el carácter de las plantas tras observar con detenimiento su “Shussho”, evitando representar únicamente la apariencia superficial. En ikebana “la naturaleza” hace referencia a las características comunes a todas las plantas como el crecimiento de sus ramas y hojas hacia la luz, la floración, el crecimiento de acuerdo con su medioambiente y con el cambio de las estaciones. En el ejemplo mencionado anteriormente “Gloria de la mañana”, la apariencia externa es la naturaleza y el carácter interno es Shussho.

Comprender la diferencia entre “la naturaleza” y Shussho, es la clave del éxito al hacer un bello arreglo floral. El segundo paso es cuando el arreglista de flores trata de expresar su pensamiento en el uso de la naturaleza y el Shussho de los materiales. El arreglo llamado Shoka es la expresión mas simple para el Shussho, la naturaleza intrínseca de las plantas, mientras que Rikka expresa lo sublime de la naturaleza por medio de la presentación de una composición compleja.

La flor del loto es uno de los materiales tradicionales utilizados en la escuela Ikenobo. Existen muchas reglas para utilizar la flor del loto en arreglos. La razón por la cual esta planta ha sido considerada tradicionalmente como una flor muy especial, es su relación con el budismo. Las hojas muertas y la semilla (“Renniku”) del loto simbolizan el pasado la hoja abierta (“Hiraki-ba”) el presente, y las hojas aun enrolladas (“Maki-ba”) y los capullos, el futuro. De manera que un arreglo estilo Shoka que utilize exclusivamente la flor del loto, simboliza el estado de mente llamado “Satori” (el despertar espiritual, o iluminación), que es la meta del budismo.